El psicoanálisis es más que una corriente de la psicología. Es un paradigma que rompe con la concepción del hombre consciente, del cogito cartesiano: “Yo pienso, luego existo”.

Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, nos muestra que el individuo está condicionado por fuerzas inconscientes que determinan su conducta. Es a través de los sueños, de los actos fallidos, del chiste, como se puede acceder a lo inconsciente. El psicoanálisis está orientado a conocer el núcleo de padecimiento, a llegar hasta el centro del síntoma y ello supone la acción del analizante, del paciente.

La cura sobreviene mediante la palabra, la herramienta con la que trabajamos los psicoanalistas y los pacientes es la palabra, mediante ella se puede enfermar y  se puede curar.

La terapia psicoanalítica está orientada a lograr que el paciente tenga un mayor grado de libertad. A partir de la entrada en un psicoanálisis el paciente podrá repensar, resignificar los sucesos de su vida y  de aquello que lo aqueja.

El psicoanálisis no intenta adaptar al individuo a la realidad, el psicoanálisis no tiene recetas, reglas para todos, es una terapia de lo singular, donde cada historia personal, cada vivencia, cada anhelo, determina al sujeto en su singularidad.