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La colonización del inconciente

“El inconciente es el discurso del otro”

Jacques Lacan

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El presente trabajo pretende ser un desarrollo crítico de la lógica capitalista-occidental que nos atraviesa como sujetos de la cultura y que de alguna manera influye en nuestra visión del mundo.  Esa visión del mundo determina nuestras prácticas docentes, nuestra forma de ver a los alumnos, de tratar aquello que se nos presenta como diferente y de enfocar las soluciones a los problemas cotidianos en la escuela.

Para realizar este trabajo parto de dos autores: por un lado Sigmund Freud (1989), que en el campo de la psicología y más precisamente del psicoanálisis, produce un descubrimiento fundamental en la historia del conocimiento del hombre, el inconciente. Pasamos así de ser seres pensantes y de libre albedrío a estar mayormente determinados por procesos inconcientes de los que nada sabemos. Otro autor que en el que me apoyo para comenzar con este escrito es Edgardo Lander (2016), que denuncia que el neoliberalismo es algo más que una teoría económica, es un discurso hegemónico de un modelo civilizatorio que aporta significados a nuestra sociedad.

De esta manera, nuestros valores sobre lo que es el progreso, la riqueza, la escuela, la naturaleza, etc., están atravesados por el neoliberalismo. Este modelo de sociedad que construye el neoliberalismo está naturalizado y determina nuestro comportamiento.

Otro autor que destaca esta primacía de la sociedad neoliberal, es Serge Latouche (2012), economista, filósofo y creador de la teoría del decrecimiento, que toma el concepto de “colonización del imaginario” del historiador Serge Gruzinski para referirse a cómo el sistema capitalista penetra en nuestra psiquis,  influyendo en nuestros hábitos de consumo, en nuestras conductas diarias, en nuestra forma de ver el mundo. Dicho autor destaca que la premisa de la sociedad occidental radica en el “crecimiento”. La sociedad capitalista piensa que el crecimiento es sinónimo de mejor calidad de vida. El crecimiento indefinido en base a una dominación cada vez mayor del hombre sobre la naturaleza es condición para el bienestar social según esta corriente hegemónica. Esta palabra “crecimiento”, que escuchamos en todos los noticieros, no solo en boca de economistas y que parece ser la única meta de nuestra sociedad no es puesta en cuestión. Está naturalizado que el crecimiento es el único fin al que debemos abocarnos. El crecimiento parte de la premisa del “siempre más”, mas consumo, más trabajo, más dinero, más viajes, más y más.

Sergé Latouche sostiene que el crecimiento esconde una paradoja, no se puede crecer indefinidamente cuando los recursos naturales son limitados.

Nosotros, que habitamos este paradigma occidental, que compartimos estos significados, podemos quedar desconcertados ante situaciones puntuales que podemos considerar disruptivas. Analizar estas situaciones dentro de nuestra lógica sin detenernos a realizar una auto-reflexión puede llevarnos conjeturas erróneas.

 

 

El discurso dominante

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“Einstein decía que cuando uno tiene la cabeza en forma de martillo ve todos los problemas en forma de clavo. Mientras tengamos la cabeza formateada por los economistas, sean de izquierdas o de derechas, siempre buscaremos la solución al conjunto de los problemas en el “siempre más”. Esto nos llevará hacia el muro, en el plano social, en el plano medioambiental, en el plano humano”
Paul Ariès

 

Jacques Lacan (2010) establece que el inconciente está estructurado como un lenguaje, de esta manera la importancia de la palabra, del discurso, nos determina como sujetos. Somos sujetos de la palabra, estamos sujetos a la palabra, el poder de la palabra ante todo nos distingue del mundo animal.

El saber, entonces, es un saber estipulado por la palabra, el saber en palabras nos habita. A lo largo de todo el libro “La colonialidad del saber: Eurocentrismo y Ciencias sociales”, los autores dan cuenta de cómo occidente se fue apropiando de los discursos, que en principio se ubicaban en otros horizontes, hasta que el descubrimiento de América determinó un vuelco en el que el discurso occidental devino dominante.

Este discurso opera como un lente con el que percibimos el mundo y nos distingue de esta manera del mundo americano pre-hispánico.

En su texto “Geocultura y desarrollismo” Kusch (2007) realiza una crítica al concepto de “desarrollo”. Para este autor esta lógica de desarrollo viene dada por una visión occidental del mundo y no tendría en cuenta los aspectos particulares de cada cultura. Parecería ser que hubiera una receta “para todos” y que este desarrollo sería sinónimo de mayor bienestar para los sujetos. En este mismo texto Kusch critica a Freire por ubicarse dentro de esta lógica occidental, que  intentaría mutar las costumbres de los pueblos, particularmente haciendo referencia a los pueblos andinos.

Según Kusch, Freire, al proponer una mutación de códigos, en el que el campesino ejerza un dominio sobre la naturaleza a la luz de los valores occidentales promovería el paso de una cultura a la otra, exponiendo al campesino a una crisis existencial.

Este texto es relevante porque en él, Kusch ubica la confrontación de dos paradigmas, el occidental y el de los pueblos nativos de américa. Aquí  se puede ver el dominio de uno sobre otro, cómo Freire, sin advertirlo de manera conciente, impone su visión del mundo a sujetos que habitan otros significados.

En otro de sus textos, “Conocimiento”, Kusch (2007) refleja nuevamente el choque entre dos cosmovisiones del mundo. Allí en el campo, un abuelo campesino y la sequía de sus tierras.

Otra vez, casi tomando el papel de Freire, una de las personas que acompañaban a Kusch en su visita, le propone al abuelo la adquisición de un dispositivo para bombear agua y así poder regar sus resecos campos. Kusch dice que el abuelo pertenece a un mundo donde la bomba carece de significado, el abuelo le asigna a su mundo significados diferentes a los nuestros.

En este encuentro se produce la colisión de dos culturas, una, la occidental, hegemónica, ejerce un poder sobre la otra.

Según Enrique Dussel (2016) “los sistemas culturales, acuñados durante milenios pueden despedazarse en decenios, o desarrollarse por el enfrentamiento con otras culturas. Ninguna cultura tiene asegurada de antemano la sobrevivencia”.

En el ejemplo que nos aporta Kusch, el sujeto inmerso en la cultura occidental propone a otro sujeto, que está por fuera de este sistema cultural, ejercer un dominio sobre la naturaleza (bombear agua mecánicamente).

Dussel afirma que tanto la cultura latinoamericana como otras culturas, han sido despreciadas por el sistema económico y político. Este desprecio ha permitido que de alguna manera estas culturas sobrevivieran en el silencio. Por lo tanto estas manifestaciones culturales quedan por “fuera” de la cultura occidental, no pudiendo ser entendidas acabadamente por quienes compartimos estos significados hegemónicos.

El autor citado Ut supra, Serge Gruzinski (1991), estudió cómo en la cultura amerindia mejicana, la comprensión, la imagen que construimos de estos pueblos, está influida por nuestra propia cultura. La transmisión oral de los pueblos nativos fue escrita con nuestros significantes y significados. Esto produjo una distorsión en la interpretación de su cultura a la vez que al influir a éstos pueblos mediante nuestros símbolos y signos modificó también su cultura.

Siguiendo al Canciller de Bolivia, Fernando Huanacuni (2010) podemos ubicar, del lado de los pueblos originarios, otra cosmovisión del mundo. La filosofía de Suma Qamaña, el buen vivir, vivir bien. Los que habitan esta cosmovisión entienden que todo vive, que el agua vive, las montañas viven. Todo es importante, se trata de vivir en armonía con la naturaleza y el entorno es parte de la comunidad. De esta concepción de vida emerge el cuidado a todo, el respeto a todo.

Suma Qamaña (en Aymara) o Sumak kawsay (en quechua) significa buen vivir, vivir bien.

Este buen vivir, vivir bien, implica saber vivir, tener una armonía interna, respetar todo lo que nos rodea. Dentro de esta filosofía de vida existe un verdadero cuidado sobre la tierra (Madre tierra), los cultivos tienden a ser multicultivos, atendiendo el cuidado de la tierra.

En la agricultura de Suma Qamaña, se realiza una ofrenda a la Madre Tierra, la que aporta la vida. Según el Canciller, los animales, las plantas, son considerados como hermanos y de esa manera se los cuida y se los respeta.

Para esta cosmovisión, el mundo occidental ha roto el equilibrio con la naturaleza.

La agricultura occidental, en donde predominan las semillas transgénicas, los agrotóxicos, el monocultivo, donde conceptos como el “rinde” de la tierra predominan sobre el cuidado de la misma, constituye un claro ejemplo de la agresión hacia la naturaleza. Este ejemplo representa el dominio que ejerce el sistema hegemónico capitalista-neoliberal, y que presenta a sus valores como los únicos posibles. Esto se relaciona con lo que más arriba señalaba Lander al referirse al neoliberalismo.

Siguiendo con el análisis de nuestra cultura occidental, hoy en día podemos decir que las relaciones sociales también son desechables, aparecen valores como la individualidad, la competencia, la meritocracia que destacan algunos de los aspectos de nuestra cultura.

Fernando Huanacuni realiza un diagnóstico de la actualidad, dice que la madre tierra se está transformando a partir de la agresión de occidente.  Los modelos civilizatorios, desarrollistas y modernistas, hegemónicos en el planeta durante los últimos siglos, están llegando, si es que no han llegado ya, a su tope y por lo tanto toca el descenso. No se trata sólo de un problema económico, social, político o cultural. Las promesas de progreso y desarrollo que en algún momento guiaron a toda la humanidad, ya mostraron sus límites y efectos devastadores, sobre todo en países altamente desarrollados como los europeos, en los que hoy en día, la prioridad ya no es el desarrollo, sino encontrar la forma de revertir todo el daño que se ha causado.

Este desarrollo, este “siempre más” propuesto por el modelo occidental choca con el límite que pone la naturaleza.

Sergé Latouche, en su crítica al sistema neoliberal, predice que si seguimos con este ritmo de agresión hacia la naturaleza vamos en camino hacia un abismo. La propuesta de este autor es bajar los niveles de consumo y recuperar aquellos valores perdidos que existen en el paradigma del buen vivir, vivir bien.

Retomando el texto de Kusch, “Geocultura y desarrollismo”, podemos ubicar el sentido que le da el sistema hegemónico a concepto de “desarrollo”.

Este autor indica que la oposición entre el hombre y la naturaleza es un mito de la cultura occidental y un prejuicio. La naturaleza solo es usada para consumo interno de la sociedad humana.

Para Kusch el concepto de la transformación de la naturaleza  no favorece la comprensión del mundo indígena. El desarrollo visto según el paradigma occidental no contempla los valores de los pueblos originarios y por lo tanto, éstos quedan por fuera, excluidos.

 Sergé Gruzinski, citado más arriba estudió cómo la escritura alfabética salva del olvido las tradiciones antiguas y al tratar de comprenderlas ejerce sobre ellas una mutación que implica una colonización de su imaginario, de sus signos y sus símbolos: la escritura occidental se vuelve instrumento de asimilación del indígena a Occidente.

Para establecer este proceso de asimilación de una cultura sobre otra es preciso citar a un epistemólogo y psicólogo Francés, Jean Piaget (1991).

La extrapolación de este concepto de la psicología evolutiva al campo del estudio de una cultura puede darse en la siguiente interpretación:

Para Piaget, la asimilación es la integración de elementos exteriores a estructuras en evolución ya acabadas de un organismo. En el trabajo de Sergé Gruzinski se observa cómo una cultura, la occidental asimila a la otra, la amerindia.

 

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El eurocentrismo y la escuela

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Nosotros, profesores, atravesados por el paradigma occidental y  eurocéntrico desarrollamos nuestras prácticas y apreciamos la realidad con un lente muy particular, que ni siquiera sabemos que lo llevamos puesto.

Nuestra práctica docente se podría dividir en tres momentos según Philip Jackson (1999).

La fase pre-activa, en la cual preparamos nuestra clase, la fase activa, que es el desarrollo de la clase y la fase pos-activa. La importancia de esta última fase radica en la reflexión acerca de nuestra práctica.

En esta reflexión deberíamos advertir, al menos, los lentes eurocéntricos y occidentales que llevamos puestos por estar mortificados por el lenguaje del discurso hegemónico.

A partir de una revisión de nuestras prácticas podremos adoptar otros puntos de vista a situaciones disruptivas que podrían presentarse en el ámbito escolar.

Como profesor de Psicología, realizando el ejercicio de revisar mi práctica docente con la propuesta bibliográfica del curso, puedo señalar varias cuestiones que enriquecen mi análisis de los procesos de enseñanza y de aprendizaje.

En el aula aparecen a menudo “otros saberes”, diversos a los saberes validados por la institución escolar. Lo que no encaja, esos saberes que no son reconocidos “oficialmente”, eso que no encuadra con el Currículm, acontece a menudo en el aula. En mi paso por el Profesorado de Psicología de la Universidad de Buenos aires conocí una autora que trabaja sobre este tema, Silvia Duschatzky (2011), en su texto “Imágenes de lo no escolar” dice “Lo no escolar nos enfrenta a una sustancia subjetiva distinta de la esperada -y producida- por la tradición escolar. Lo no escolar está ahí: se padece y se aprovecha; se presenta como caos, pero puede ser tomado como el diferencial activo con el cual trabajar y abrir infinitos modos de encuentro. En tanto ejerce presencia, es condición de nuestro trabajo, de nuestras prácticas cotidianas y de nuestra existencia misma, porque en la escuela se juega mucho de la vida de todos, alumnos y docentes”.

Sin dudas es importante reflexionar acerca de nuestra formación, desde donde nos paramos, que lentes usamos para ver aquello que se nos presenta como diferente, como disruptivo.

 

 

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Bibliografía

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-Duschatzky, S. y otros (2011). Imágenes de lo no escolar en la escuela y más allá. Buenos Aires: Paidós. 

-Freud, Sigmund (1989). La interpretación de los sueños. Buenos Aires. Amorrortu.

- Gruzinski, Serge (1991). La colonización de lo imaginario. México. Fondo de Cultura Económica.

- Huanacuni, Fernando (2010). Buen vivir, vivir bien. Filosofías, políticas, estrategias y experiencias regionales andinas. Recuperado de

https://www.escr-net.org/sites/default/files/Libro%20Buen%20Vivir%20y%20Vivir%20Bien_0.pdf

-Jackson, Philip (1999). Enseñanzas implícitas. Buenos Aires. Amorrortu.

-Kusch, Rodolfo (2007). Obras Completas, tomo II. Rosario. Fundación A. Ross.

-Kusch, Rodolfo (2007). Obras Completas, tomo III. Rosario. Fundación A. Ross.

-Lacan, Jacques  (2010). El seminario de Jacques Lacan. Libro 11: los cuatro conceptos   fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires. Paidós.

-Lander, Edgardo (2016). Ciencias Sociales: saberes coloniales y eurocéntricos. Buenos      Aires. Ciccus.

-Lander, Edgardo  (Ed.).  (2016). Europa, modernidad y eurocentrismo. Buenos Aires. Ciccus.

-Latouche, Serge (2012). La hora del decrecimiento. Barcelona. Octaedro.

-Piaget, Jean (1991). Seis estudios de Psicología. Barcelona. Labor S.A.

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